Noruega, finales del siglo IX. El protagonista de nuestra historia, el viejo vikingo Gylfi, lleva algo dentro que le reconcome y no le deja vivir. Es por eso que decide hacer un viaje hasta el mítico Valhalla para lavar sus pecados. Una vez allí, ante Tyr, el dios de la guerra, y todos los caídos que un día se levantarán cuando se proclame el Ragnarok, cuenta su historia de pesar y tragedia. Pero en ese mismo instante, se desencadena el peor de los temores para los habitantes de Asgard: Surt, Loki y la serpiente Jormundgander se han liberado de su prisión y ha empezado la lucha final.
Éste es el poderoso inicio de 'Los dientes de la eternidad' (Norma Editorial), una saga en la que Jorge García (guionista de 'Cuerda de presas') toma prestadas las leyendas de la mitología nórdica para imbricar un relato que, no siendo canónico, podría adaptarse bien a los eddas originales: el sentido de la épica está muy bien recogido por García, que en los diversos capítulos es capaz de de retratar toda la atmósfera trágica de una historia propia de las crónicas mitológicas.
Pero no hemos de olvidar el mérito que de esto tiene el otro miembro del tándem de la obra, Gustavo Rico (dibujante de 'Las manos de Sophie Walter'), que realiza una labor impecable, jugando con los colores de manera magistral, a veces más abstracta, a veces más expresionista, que tiene en Miguel Calatayud ('Los doce trabajos de Hércules') una de sus principales influencias.
'Los dientes de la eternidad' ha sido una obra de largo recorrido: su primera edición, parcial, se publicó en 2010 por De Ponent. Ahora ve la luz de forma íntegra, aunque el formato, de álbum europeo a un tamaño algo menor, se ha reducido sensiblemente. Por el camino (esto es, con los años y el trabajo en marcha), Gustavo Rico se ha replanteado muchas de las páginas de la primera parte: así, si comparamos ambas versiones, vemos que ha optado por dejar de lado un trazo más afilado, que recordaba a Javier Olivares, para meterse de lleno en una labor digital, que aúna la experimentación en las texturas, con un dibujo más suavizado, de línea más clara que la que hizo en un principio.
Yo no acabo de ver claros estos cambios. Supongo que Gustavo los hizo para dotar la obra de un estilo homogéneo de principio a fin, para que no se notara la ruptura que había entre las primeras páginas y la segunda parte que había quedado inédita, pero creo más interesante no sólo ver el desarrollo de la historia, sino también poder apreciar el del dibujo, que progresivamente se va estilizando a lo largo de las páginas. O, al menos, haber recuperado esa primera versión en unas páginas extra al final del tomo, porque sin duda valen mucho la pena.
Pero no se puede negar que el producto final, a pesar de los cambios sufridos entre ambas versiones, es majestuoso. En las manos de García y Rico, lo épico y lo trágico encuentra un magnífico vehículo para la historia. Sus personales versiones de Odín, Thor, Surtr o Loki encajan bien en la tradición, a la vez que se separan de otras ya conocidas.
En resumen, una obra que combina con maestría una historia mítica con una puesta en escena moderna y personal, y se salda con un resultado magnífico.
'Los dientes de la eternidad'
Jorge García y Gustavo Rico.
Norma, 2016.
Cartoné, 220 pgs. Color. 25 €
ISBN: 978-84-679-2256-1
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En Papel en Blanco | Neil Gaiman se adentra en la mitología nórdica (y no es 'American Gods')
Horacio Altuna es uno de los historietistas más destacados del cómic argentino, un dibujante activo desde los años 70 que formó habitualmente pareja artística con Carlos Trillo en obras como 'Charlie Moon', 'El último recreo' o 'Tragaperras'. Como autor completo, lo vimos en 'Chances' o en 'Hot L.A.'. En todas sus obras, Altuna siempre destacó en su exquisito y realista lápiz, y algunas de esas obras apuntaban a que el autor sería un excelente autor de cómic erótico. Y en 1989 Playboy hizo reales los sueños de muchos de nosotros al proponerle una colaboración de cuatro páginas para su famosa revista. Fruto de este encargo es la colección que ahora recupera Dibbuks en cuatro tomos: 'Voyeur'. 
No se trata de historias sin sentido en la que prime el espectáculo de la carne. En todas ellas Altuna pone su particular toque para que resulte un producto mucho más longevo que su mera reproducción en las páginas de una revista erótica. En una de las historias, por ejemplo, se reivindican los derechos de la mujer invirtiendo la situación de peligro: ahora es el hombre el acosado y las mujeres las oficiales de policía que lo culpabilizan de lo ocurrido; o se pone de manifiesto la hipocresía de una sociedad machista donde un hombre que viene de acostarse con prostitutas echa en cara a su mujer que le sea infiel cuando los encuentra en la cama. En otra, el encuentro de los jóvenes amantes es físico pero a la vez retratado con ternura, apartándose de lo soez de una representación nítidamente pornográfica donde lo único que prima es el lenguaje del cuerpo desnudo. En una tercera historia, Altuna aprovecha el final de un manido chiste para desarrollar las obligatorias escenas sexuales.
La edición de Dibbuks es realmente esmerada e incluye varias páginas de magníficos bocetos que no tienen nada que envidiar a los de Egon Schiele, el sensual discípulo de Klimt. El mejor Altuna dibujante asoma por entre estas páginas: estamos de enhorabuena por tan conveniente reedición de material por parte de Dibbuks.
Glenn Gould fue una de esas personalidades que fascinan desde el principio. Aclamado como la primera “rock star” de la música clásica (si es que eso es una paradoja) mucho antes que 
Para ello, Revel organiza este recorrido por la vida de Gould de forma cronológica, pero a la vez va dando saltos adelante y atrás en el tiempo, como las manos del pianista, tomando como punto de partida los últimos momentos del artista. Su hilo no tiene pérdida porque en todo momento señala esos saltos temporales con el tipo de contorno de las viñetas. Revel no utiliza línea de negro, sino que directamente utiliza el color, con un resultado llamativo y cálido.
Es muy de agradecer que la novela gráfica se complete con una sugerencia de audiciones comentadas con mucho detalle y conocimiento de causa, con lo que el lector no sólo podrá conocer mejor la vida de Gould, sino adentrarse sin miedo en sus obras.
Astiberri informa de que la casa editorial estadounidense Fantagraphics publicará este mes 'Spanish Fever', la traducción de 
Fantagraphics es uno de los sellos más prestigiosos del sector y editorial de referencia del cómic de autor a nivel mundial, y la publicación de este título supone** un reconocimiento al trabajo de los 30 autores** con representación en el libro y del importante papel de Santiago García como divulgador del medio, además de una muestra del estado de salud del cómic contemporáneo en nuestro país. El propio García celebra la publicación de 'Spanish Fever' diciendo que "el objetivo principal de Panorama era divulgar, difundir y promover el cómic español de nuestros días, me hace inmensamente feliz que continúe y amplíe su misión llevando esta perspectiva de nuestras viñetas hasta el público norteamericano".
Antes de que la novela gráfica diera una especie de mal entendida carta de naturaleza al cómic como arte plenamente serio, parecía que era éste un medio sólo para niños. Cuando hablas con alguien más de cuarenta años, el cómic es algo asociado, al menos en España, a títulos como 'Mortadelo y Filemón', 'Zipi y Zape' o, aún peor, a 'Hazañas bélicas' o 'Roberto Alcázar y Pedrín'.
Pero lo mejor que tiene el cómic es su ambivalencia: que podamos encontrar prácticamente de todo. Que pueda haber profundas digresiones en él y que también haya tebeos que sólo buscan entretener gracias a los instrumentos de los que dispone su lenguaje. La literatura pulp más genuina, pero en viñetas, para que me entiendan. Eso es algo que se ve muy claramente en obras como la de Mignola y su 
El guion de Corroto está muy bien traído, y el dibujo de Montana, sencillo a la vez que con garra, se combinan de una forma espectacular. El dibujo digital casa muy bien, además, con el estilo de nuestro dibujante. Una muy buena serie que esperamos que continúe en el futuro deleitándonos con más aventuras de este particular dúo.
En toda la pléyade de series que actualmente edita Marvel, hay una línea particularmente interesante y es aquella que, en vez de buscar la aprobación del lector cuarentón, conocedor al dedillo de todas las continuidades del universo Marvel, (y que, por cierto, ha sido intensamente maltratado durante décadas de crossovers y reinicios de series), intenta llamar la atención a un público potencial, si no nuevo, al menos desencantado con las narrativas de superhéroes tradicionales, buscando que vuelva al redil. 
Destaca del cómic, sobre todo, la caracterización de los personajes en su lucha por comprender la esencia de la humanidad, lo que coloca la obra en un contexto de pensamiento posthumanista, en el que la vida orgánica da paso a la información como configuradora de los entes conscientes, y lo humano establece una relación horizontal con lo no humano. En un mundo donde la biotecnología y la cibernética han realizado prodigiosos avances en la fisiología humana, ¿qué es lo que realmente hace al hombre ser lo que es? ¿y cómo la familia Visión puede imitarlo?
Esta primera entrega de la serie resulta de lo más refrescante: un soplo de aire nuevo para quien busque otra cosa en el cómic de superhéroes.
Gracias al tirón de autores como Junji Ito, del que en Papel en Blanco os hemos hablado varias veces (con motivo de 
En Nakayama, las figuras silenciosas, espectrales apariciones que acechan a los vivos, son las que principalmente atormentan a los protagonistas de estas historias. No hay una explicación para ellas ni para el motivo por el que hostigan a los vivos, lo cual es lo más perturbador de su presencia. Seres imposibles, pero también figuras fantasmagóricas muy reales: no nos da miedo lo que puedan hacernos (¿o sí?), sino su mera existencia y las implicaciones que esto tiene.
Esta primera entrega de 'Semillas de ansiedad' deja muy buen sabor de boca a aquellos que nos gusta este terror que va más allá de los desmembramiento o la búsqueda de lo repugnante: aquí, el miedo vendrá por un detalle fuera de su sitio, un niño extraño que te saluda desde la calle, una viejecita que pide limosna... y que no tiene pies. Un terror sutil (demasiado sutil para algunos quizá) en el que Nakayama conecta modernidad con tradición de forma brillante.
Sergi Álvarez y Sagar Forniés ya nos habían deleitado hace tiempo con 'Bajo la piel' (Astiberri, 2005), un homenaje muy sentido al cine y a la novela negra. Esa primera entrega se concibió como un trabajo de final de curso para la escuela de cómic donde estudiaban y Sagar no se incorporaría hasta que el dibujante original tuvo que abandonar el proyecto. A Sergi Álvarez le interesaba mucho desarrollar su historia en el marco de la novela negra, un género que, como decía en 
Sergi Álvarez declara que estaba muy interesado en volver al universo de Bajo la piel para contar más historias de sus personajes: “¿Quién es Fats? ¿Y Furillo? ¿Justerini y Brooks merecen su propia aventura? ¿Qué pasa con los personajes al final?” , lo que nos deja la puerta abierta a más entregas de esta ciudad despiadada.
Por su parte, Sagar realiza un trabajo en blanco y negro y unas tramas muy clásicas que dotan de carácter a la obra. Su trazo me recuerda a veces al de Marcor Prior y al de Alfonso Zapico, pero aquí Sagar se muestra experimental en algunos detalles narrativos, como son las viñetas en las que el movimiento queda fijado en varios dibujos simultáneos, a la manera de un cuadro futurista o una fotografía movida, o en presentar una estructura de viñetas abierta, sin corsés y al servicio de la fluidez de la historia.
El género biográfico en el cómic, tras su descubrimiento en los setenta en el contexto del cómic underground con obras como las de 
'Las amapolas de Irak' habla de seres humanos, de encuentros y desencuentros familiares, de los efectos de las políticas represivas en la vida cotidiana de las personas. De un país borrado del mapa por las bombas de uno y otro bando, de una memoria que es necesario rescatar para entender el drama del ser humano, para que éste no termine como los templos destruidos por el Daesh. Findakly no juzga, sólo deja testimonio de lo que ha visto y de lo que le ha afectado para que los que lo valoremos seamos nosotros. 