Enrique Corominas es el autor de la novela gráfica ‘Dorian Gray’, de la que os hablé de forma entusiasta hace poco, y además es el portadista de las obras que publica Gigamesh: seguro que habéis visto su trabajo para la saga ‘Canción de hielo y fuego’ de George R.R. Martin. Corominas nos ha ofrecido una entrevista en la que hablamos sobre su último trabajo, sobre Wilde, el decadentismo y otras flores ponzoñosas.
Papel en Blanco:·Por lo que sabemos, el proyecto de ‘Dorian Gray’ te ha llevado unos cuantos años en los que has trabajado en él intermitentemente, ¿es así?
Corominas: Sí, y es algo que no volveré a hacer. He comprobado que soy más obsesivo que esquizofrénico: no puedo aceptar proyectos ajenos mientras estoy dibujando un cómic.
PeB: Se trata de un proyecto muy personal fruto de tu pasión por Oscar Wilde y por ese ambiente decadente del fin de siglo. ¿De dónde nace esa pasión?
Corominas: ‘El retrato de Dorian Gray’ es uno de mis libros favoritos desde que lo leí en mi adolescencia. Es un libro que releo casi todos los años. Todos conocen al protagonista, pero somos menos los que hemos leído la novela: se trata de uno de los pocos dramas fantásticos que se han escrito, un drama fantástico cuyo tema esencial es la moralidad del arte. Por eso es el libro de cabecera de muchos artistas y creativos. Plantea, también, un vínculo entre la belleza y la responsabilidad. Es la crónica de una corrupción que termina aniquilando el objeto que quiere exaltar. Toda una revisión en clave esteta y narcisista del mito de Fausto, y un tratado sobre la culpa y la inocencia que recuerda al ‘Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde’, publicado cinco años antes, o a ‘La peau de chagrin’ de Balzac.
PeB: Siempre me pareció que las obras de Wilde eran solamente la excusa para poder intercalar sus brillantes aforismos. ¿Qué opinas?
Corominas: ¿“Solamente”? ¡Sacrílego! El teatro de Wilde te puede parecer plagado de aforismos si no es representado. En un escenario las situaciones y los personajes brillan por sí mismos. En sus numerosos y geniales cuentos, ensayos y cartas apenas hay aforismos. ‘El retrato de Dorian Gray’ es su primera (y única) novela, así que incluyó una buena ración de ellos. Al igual que incluyó diálogos más bien teatrales, un ensayo sobre arte y libertad… y un final con la moraleja propia de un cuento.
PeB: ¿Te ha costado mucho la adaptación del texto de Wilde a las viñetas? ¿Consideras fiel la adaptación? ¿Has tenido que hacer algún sacrificio especial del texto?
Corominas: Mi principal objetivo fue no traicionar a Wilde. Pero también conseguir un cómic vivo y que reflejara mi propia lectura del libro. Un discurso vital impregna toda la historia: el paganismo decadentista que invita al placer. Ahora bien, ¿cómo respetar la forma de “drama fantástico” en una adaptación a cómic? ¿Cómo trasladar el estilo ampuloso y teatral de la literatura de Wilde a un género en el que importa tanto la información visual? Mi primera decisión fue centrarme en los trece capítulos originales publicados en 1890 en la revista Lippincott’s Monthly Magazine y olvidar los siete capítulos (más folletinescos y de gusto popular) añadidos por Wilde para la primera edición del libro en 1891, ya que la esencia del relato está en los primeros. Pero su forma seguía siendo una cascada de frases ingeniosas pronunciadas por personajes sentados cómodamente en un sofá. Y, en esta ocasión, el texto ni siquiera está ordenado en cuatro actos. Así que necesitaba desesperadamente una estructura dramática que facilitara la lectura y que aportara dinamismo al trío de personajes protagonista. Finalmente me decidí por la forma de una ópera en cinco actos, más un monólogo en el que Dorian se presenta al lector. Vamos, que intenté sintetizar y no resumir al estilo de Joyas literarias juveniles.
PeB: Llama la atención el uso de como subtexto de ‘Los cantos de Maldoror’ de Lautreamont en un determinado momento de la obra. ¿Qué te motivó a ello?
Corominas: Según algunos biógrafos de Wilde, el libro que “envenena” a Dorian está basado en ‘A rebours’, una novela de Huysmans protagonizada por Des Esseintes, un excéntrico que odia la burguesía y el utilitarismo del siglo XIX y que trata de crear un mundo artístico que entiende el mal como la única forma de libertad posible. Dorian queda fascinado por esa idea; eso es lo que quise resaltar en lugar de dibujar un catálogo de tentaciones, que es lo que se describe en el libro. Así que recurrí a ‘Los cantos de Maldoror’, que también son una oda al mal, pero más sugerentes gráficamente y más potentes de forma simbólica.
PeB: ¿Hay algún otro autor, de la época o no, por el que sientas predilección o que te gustaría adaptar? ¿Ves complicado el hecho de hacer adaptaciones a partir de material narrativo tan conocido?
Corominas: En su momento me planteé adaptar ‘Moby Dick’, así que imagínate el grado de insensatez al que puedo llegar. Cuando lees una novela que te gusta tanto como para releerla y recrearla en tu memoria, te convences de que contiene una historia que soportaría adaptaciones a cualquier otro medio. Terminas pensando en “hacerla tuya”, en ofrecer tu lectura personal al lector. Y dibujar una historia que has comprobado personalmente que emociona da muchísima tranquilidad; sabes que no vas a perder el tiempo dibujando. Eso te anima a continuar y a hacerlo lo mejor posible.
PeB: Veo que tienes una especial predilección por la literatura del XIX.
Corominas: Me gustan muchas ‘ghost stories’ del XIX y, sobre todo, las obras de autores “extravagantes” de esa época. Si pudiera, adaptaría decenas de libros al cómic. Mi próximo proyecto girará en torno a Lewis Carroll, pero tendrá guión propio. Pido disculpas.
PeB: ¿Has tenido en mente algunas referencias pictóricas concretas a la hora de dibujar la obra? Creo que tiene un sabor inequívocamente simbolista-prerrafaelita…
Corominas: Sí, desde los pintores prerrafaelitas favoritos de Oscar, pasando por esculturas, objetos y diseños característicos de Arts and Crafts. Recrear la época victoriana intentando que no huela a naftalina es complicado. He prestado mucha atención a la atmósfera y a la capacidad de sugerencia intrínseca del cómic para no caer en el mero pastiche “de época”, aunque no he podido evitar dibujar o hacer guiños a obras de lord Leighton, de Whistler (el dandy y wit más admirado por Oscar), de Sickert, de Beardsley, y de otros pintores y poetas simbolistas cuyo arte disfrutó y criticó Wilde.
PeB: Otra de los aspectos de la obra que destaca por su uso muy consciente es el color. ¿Cómo lo enfocaste?
Corominas: Intenté contar el cambio moral que se va operando en Dorian a través del color. El primer capítulo tiene un color muy natural y capítulo a capítulo, todo se vuelve artificial, tenso, irritante o gris. El retrato nunca aparece en ninguna viñeta, pero abre cada capítulo con la intención de marcarlo de alguna manera; me inspiré en esa “degradación”. Todo ese trabajo hubiera sido inútil si la edición de Diábolo no fuera impecable.
PeB: Finalmente, sobre el ‘Dorian’… ¿Crees que a Oscar le hubiera gustado tu versión de su obra?
Corominas: Supongo que se hubiera reído bastante, le parecería una curiosidad… y que si lo hubiera visto en un momento en el que fuera mal de efectivo, me habría demandado. Aunque Luis Antonio de Villena me dijo, muy amablemente, que sí, que a Oscar le habría gustado. Y si él lo dice (es el autor de las mejores monografías sobre Wilde y sobre el decadentismo en general) yo me lo creo.
PeB: Has realizado muchas portadas para libros de la editorial Gigamesh, en concreto las pertenecientes a ‘Juego de tronos’ han alcanzado bastante notoriedad entre el público gracias a la popularidad de la saga. ¿Te sientes más a gusto en el papel de ilustrador o de autor de cómic?
Corominas: No soy un dibujante profesional de cómic; casi nunca he vivido de ello y es algo que hago por puro placer, es algo inútil. Si fuera un escritor, diría que es la poesía que escribo para mi mismo. Y ‘Juego de tronos’, entonces, sería mi best-seller, un regalo fascinante porque me da la oportunidad de dialogar con los lectores de medio mundo, de estar en el mercado y de hacer algo útil y, espero, digno, en un momento en que las cubiertas de libros se han estandarizado tanto que apenas se distinguen unas de otras. Va a sonar a peloteo pero, muy sinceramente, debo decir que ambos trabajos los puedo desarrollar gracias al apoyo de los dos editores más peculiares y excéntricos que existen: Daniel Maghen y Alejo Cuervo. El día en que se conozcan, mi mundo de bodas rojas, enanos y claveles verdes implosionará o algo así.
Le agradecemos mucho a Enrique su tiempo por esta espléndida entrevista.
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En Papel en blanco | ‘Dorian Gray’, magnífica adaptación de Oscar Wilde por Enrique Corominas