Hoy os traemos un extraordinario debut en novela gráfica y uno de los mejores cómics que he leído este año. Se trata de ‘La gigantesca barba que era el mal’, de Stephen Collins, y lo edita La Cúpula.
Dave es un oficinista aburrido. Su mundo se dedica a trabajar y al volver de la oficina, sentarse en su escritorio, escuchar ‘Eternal Flame’ en bucle y dibujar lo que ve a través de su ventana. Inmerso en esa rutina controlada, Dave se siente a salvo, como el resto de los habitantes de Aquí.
Pero un acontecimiento extraño está a punto de poner de patas arriba el seguro mundo de Dave y de todos los habitantes de Aquí. ¿Qué ocurre con ese único pelo de su barba que, de repente, empieza a comportarse de forma inhabitual? A partir de ahí, la extraña afección de Dave se convierte en una puerta abierta al caos para todo su mundo.
“La función de la piel es mantenerlo todo oculto”, dice el narrador cerca del inicio de la obra. Y es que la obra es una crítica a la uniformidad y lo que late por debajo: las pulsiones básicas, las pasiones, el instinto, el inconsciente, lo no controlable… Llamadlo como queráis. En el mundo de Dave, es el “Allí”, lo que está tras el mar que rodea Aquí y representa lo desconocido y temible. Es el desorden, el caos. Los habitantes de Aquí viven inmersos en su zona de comfort, habituados a sus rituales diarios, dando la espalda (literalmente) a esa realidad que no quieren ver. Pero eso no quiero decir que no exista, y finalmente, ese caos, esa “oscuridad” acaba por llegar a Aquí. ¿Y qué hacen sus habitantes? Bueno, eso tendréis que verlo leyendo ‘La gigantesca barba que era el mal’.
Stephen Collins es un joven autor británico. Ha colaborado con periódicos y revistas como ‘The Guardian’, ‘Wall Street Journal’, ‘Wired’, ‘GQ’, ‘The Times’ o ‘La Repubblica’, la mayor parte de las veces como ilustrador, y ésta es su primera incursión en la novela gráfica. La verdad es que mejor debut que esta obra no podía esperarse.
Estructuralmente, la obra resulta brillante. Collins opta por usar sólo lápices, lo que proporciona a la obra calidez y a la vez una patina de onirismo. El autor juega con la disposición de las viñetas para recrear mejor su historia, ya sea con páginas dobles de un acabado agotador para expresar la enormidad del mar y de lo desconocido, o con una composición de múltiples viñetas rotas para representar la desestructuración de la realidad del protagonista. El resultado es espléndido.
Deudor de la línea clara y el afán de experimentación de Chris Ware, Collins crea una obra que se convierte en una metáfora sobre la libertad, las convenciones sociales, y el precio que hay que pagar por ser diferente, enfrentando la dualidad orden/caos, limpio/sucio, apropiado/no apropiado, formal/indecente, las apariencias/lo real… Aunque sea una alegoría simple, no deja de ser efectiva y por eso ‘La gigantesca barba…’ tiene asegurado un puesto entre las mejores novelas gráficas del año.
‘La gigantesca barba que era el mal’
Stephen Collins
La Cúpula, 2013.
Rústica con solapas. 252 pgs. B/N. 23€
ISBN: 9788415724568
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