Las casualidades de la vida ha hecho que, poco después de publicarse en España 'Los hijos del crepúsculo' ('The Twilight Children'), Darwyn Cooke falleciera a causa de un cáncer atroz. Una obra breve, editada en tomo que, por su género y temático, adquiere una luz distinta en una lectura póstuma.
Gilbert Hernández acompaña a Darwyn Cooke en una historia en la que nos trasladamos a un pequeño pueblo costero. Una noche aparece una misteriosa esfera blanca en la playa, será el primero de una serie de sucesos misteriosos que afectarán en mayor o menor medida a los habitantes de este paradisiaco lugar.
No quiero ahondar mucho en la trama de este cómic, pero ya os podéis imaginar que hay un poco de todo: chicas misteriosas, un grupo de niños que se queda ciego, desapariciones... vamos, que Hernández y Cooke aprovechan y se mueven con muchos de los elementos más clásicos navegando, además, en un mar de realismo mágico que bebe directamente de maestros como Borges.
Es quizás por eso, por encontrarnos con una historia de estas características, que 'Hijos del Crepúsculo' se lea perfectamente en clave de despedida. Un cómic que habla sobre la vida y la pérdida, lo que nos ata y nos desata, la paz, la discordia y el recuerdo de lo que fuimos. Todo esto con los colores cálidos de la playa, el mar y su inmensidad.
Cooke realiza un dibujo estupendo, con los rasgos de narrativa y caracterización de personajes que suponen su sello personal. Hernández, por su parte nos da la mano en una historia que, sin estar mal, le falta algo más de fuerza, con una trama que se diluye según se va avanzando y escenas que no terminan de encajar bien.
'Hijos del Crepúsculo' es un cómic correcto, sencillo. Una lectura ligera y agradable de estas que no necesitan más para funcionar.
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